Una idea que nació hace 13 años como parte de un proyecto de la universidad es hoy un huerto orgánico. Produce hortalizas, hierbas aromáticas, frutas, semillas, flores y abono e impulsa un estilo de vida basado en la autosostenibilidad. Su nombre es Caoba Farms, famoso tabién por su sábado de mercado.
La iniciativa empezó para satisfacer el mercado de la comida tradicional para los restaurantes de La Antigua Guatemala. “Estaba orientado hacia lo orgánico pero nadie pagaba lo orgánico”, recuerda el director del emprendimiento, Alexander Kronick.
Los productos orgánicos empezaron a tener demanda en Europa y Estados Unidos, a partir del 2005, lo que se reflejó en el crecimiento del mercado. Y a partir del 2008, Kronick transformó el concepto a “más que orgánico”.
“Se volvió un estilo de vida, que incluye lo orgánico. Tiene que ser autosostenible y de bajo impacto para la naturaleza”.
Alexander Kronick, director del emprendimiento
Los mercados del agricultor, organizados cada sábado de 9:00 a 16:00 horas, son un ejemplo de ese modelo que integra la protección de la biodiversidad, el fomento de la cultura, la presencia de animales, educación, la producción de fertilizantes y mejoramiento de la comunidad.
“Pensamos en la sostenibilidad, biodiversidad, cultura y no en el dinero”, precisa el empresario, quien tiene 3 granjas de 8 manzanas para abastecer a restaurantes, hoteles y familias individuales con servicio a domicilio en La Antigua y la capital.
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Otros atractivos
Con música en vivo y en un ambiente de día de campo, los visitantes pasean por el huerto, conocen los diversos tipos de plantas, entran a los viveros, conversan en un restaurante al aire libre y compran en la tienda y en las ventas de particulares que cada sábado acuden para ofrecer desde mermeladas, salsas y gran variedad de conservas, hasta jabones, cremas o artesanías locales.
“Pensamos en la sostenibilidad y no en el dinero”, precisa el empresario, quien tiene 3 granjas de 8 manzanas para abastecer a restaurantes, hoteles y familias. En un ambiente de día de campo, los visitantes pasean por el huerto, conocen los tipos de plantas, entran a los viveros, conversan en un restaurante al aire libre y compran en la tienda. En las ventas que abren cada sábado hay desde mermeladas, salsas y conservas, hasta jabones, cremas o artesanías locales.
El jardinero Edgar Acajabón muestra vegetales como lechuga, remolacha, acelga, cúrcuma, chipilín, apio, tomate, romero, curry, chile, albahaca, cacto, sábila y limón, entre muchas en las que destaca la flor comestible de capuchina, que es un plato gourmet muy apreciado por la alta cocina.
En otro extremo de la granja, el artista antigüeño Dionisio Paniagua imparte a los hijos de los visitantes talleres de pintura y manualidades elaboradas con materiales reciclables.
