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Rostros

Marion Popenoe de Hatch: Relato de estrellas y barro

Sentada en su sillón favorito, en la sala de su casa, en la calle de Los Pasos de La Antigua Guatemala, la doctora en Antropología por la Universidad de California, Berkeley, Marion Popenoe de Hatch, recuerda su llegada a Honduras a los 12 años junto a sus dos hermanos.

Aunque nació en Guatemala, a la muerte de su madre, Dorothy K. Hughes, tuvo que establecerse en Estados Unidos. Pero su padre el botánico y horticultor, Wilson Popenoe, los llevó consigo, cuando en 1941, por encargo del entonces presidente de la United Fuit Company, Samuel Zemurray, trabajaba en la construcción la Escuela Agrícola Panamericana, también conocida como Universidad Zamorano.

“Estábamos en medio de la nada, nos dio un tutor, un caballo y una guitarra y cuando estábamos volviéndonos salvajes nos mandó a Guatemala a civilizarnos y encontró el colegio Lehnsen”, relata entre sonrisas.

De los libros de su madre, que era arqueóloga, las lecciones de ciencia del director del colegio, el matemático alemán John Lenhnsen y las visitas que hizo a los 14 años a los sitios arqueológicos que estudiaba el doctor Edwin M. Shook, le nació el amor por la arqueología, aunque primero cerró un B.A. en Relaciones Internacionales en Berkeley, en 1953.

Su regreso

En 1970, luego de enviudar, obtuvo el B.A. en Antropología, el doctorado cuatro años después, en la misma universidad, y al año siguiente ya trabajaba con Shook en Guatemala.

Takalik Abaj
Muñecas de cerámica descubiertas en un entierro en Takalik Abaj. Foto Carlos Sebastián.

“Tenía la idea de que iba a ir a Petén a excavar tumbas pero cuando llegué tenía un montón de tiestos, todo era café, por lo que ahora soy especialista”, narra y durante una hora explica la utilidad que tiene el estudio de la cerámica para responder a las preguntas básicas de la arqueología: ¿Cuándo pasó? ¿Cuándo terminó? y ¿Cuánto tiempo duró?

Descubrimientos

Contribuyó a determinar los avanzados conocimientos de hidráulica de los antiguos habitantes de Kaminaljuyú, que construyeron canales desde el ahora extinto lago Miraflores (situado en la actual colonia Kaminal Juyú I, zona 7 capitalina), lo que era indicio de agricultura intensiva y de un régimen complejo.

“Eso es la arqueología. Entender la sociedad y cómo resolvieron los problemas”.

Con el análisis de la cerámica estableció que empezaron a construir el canal entre el 800 y 700 a.C. y que para el 100 d.C. el lago ya se había secado.

Sus estudios del calendario maya la llevaron a la astronomía y a su profesor, el astrónomo de origen ruso Alexander Pogo, quien trabajó para los observatorios de Monte Wilson y Monte Palomar, en San Diego, California.

Kaminaljuyu
Kaminaljuyu. Foto del Ministerio de Cultura y Deportes

Astronomía a.C.

Así descubrió dos observatorios astronómicos precolombinos en La Venta (Tabasco, México) en 1970 y Takalik Abaj (Retalhuleu, Gatemala) en 2002, orientados ambos al mismo punto de la constelación de la Osa Mayor. “Estaban viendo lo mismo; no podía ser, estaba soñando, era increíble”, dice.

También postula que un monumento recientemente descubierto en Takalik Abaj es un reloj de Sol construido en el 800 a.C. cuando también observaban la Osa Mayor.

“Para mí Takalik Abaj, el calendario, la arqueología, es más emocionante que la ficción, que cualquier película”.

Hoy tiene casi terminados dos libros, cuyos títulos aún no ha decidido. Uno es sobre las relaciones entre el Altiplano y la Costa Sur de Guatemala para la Universidad del Valle, donde ocupa una cátedra desde 1983, y el otro sobre astronomía y el calendario.

Takalik Abaj
Una noche en el Parque Arqueológico Nacional Takalik Abaj. Foto: Carlos Sebastián

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