Por Mario Antonio Sandoval
Publicado el 12 de junio de 2023 a las 0:06h
El Ministerio de Cultura y Deportes (Micude) y la municipalidad de la Antigua construyeron casi secretamente el “parque” recreativo cerro de la Cruz, pomposamente inaugurado por Alejandro Giammattei, muy cercano al alcalde Víctor Hugo del Pozo, ansioso por reelegirse, motivo principal de esa obra. Muchos vecinos protestaron, alarmados ante las notorias deficiencias de diseño y construcción, pero ese funcionario edil la ha defendido con falsedades propias o de su relacionista público. De pronto, la sorpresa por el reciente informe técnico de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), es decir el propio gobierno, da la razón a los vecinos y esto permite exigir con urgencia el cierre del ingreso de personas y la destrucción del mamotreto.
La obra, señala la Conred, arriesga la vida y propiedades de los vecinos por haberse construido sin sustento técnico; el alcalde minimiza los efectos, aun antes del inicio del invierno; no hay suficientes pozos de absorción, tiene rejillas mal ubicadas, lo cual saturará el suelo y el agua de lluvia se deslizará, con efectos en la parte inferior de la montaña; la comuna actuó sin respaldo de estudios técnicos para acciones preventivas; pueden haber deslizamientos y estos alcanzar las numerosas casas situadas al pie. El Midecu admitió haber entregado información parcial y no haberse hecho el estudio hidrogeológico. En resumen, es una obra gemela del libramiento de Chimaltenango, pero hecha por Giammattei y del Pozo, quien lambisconamente lo condecoró en noviembre pasado.
Las fotos muestran colocación de bolsas biodegradables para sostener el mirador de madera (por favor, no deck), la inclinación de las aceras y falta de barandas, un peligro para bajar y para subir; la colocación de troncos de árbol horizontales para sostener el peso de 520 personas (unas 35 toneladas); baños insuficientes y deficientes. Y sobre todo, la grotesca colisión de arquitecturas. La ciudad es colonial y el “parque”, ultramoderno. Esto va en la línea de autorizar centros comerciales demasiado cercanos al área histórica, colocación de visibles postes de transmisión para celulares, pavimentación de calles, en vez de empedrarlas. Por eso en un Catalejo sugerí visitar La Antigua antes de dejarla sin motivo para ir a admirar sus innegables valores históricos.
Siempre me ha llamado la atención el silencio cómplice casi total de entidades y grupos directa o indirectamente obligados a mantener a La Antigua sin absurdas modernizaciones, al ser joya de la historia, la cultura y también la economía nacionales. Por ejemplo las universidades, en especial la San Carlos; la Sociedad de Geografía e Historia, las más altas autoridades de la Iglesia Católica y el sector privado nacional y antigüeño. Esto último no tiene sentido por la relación entre el turismo y la ciudad, por tanto con la economía. La destrucción ha sido labor de hormiga, pequeña pero constante, aunque por criterios inaceptables es aplaudida por quienes sólo piensan en términos de “modernización”, no de respeto a lo histórico, base real de su economía.
El Consejo para la Protección de la ciudad, creado con entusiasmo en 1969, funcionó los primeros años, pero no es independiente porque el conservador tiene como jefe al alcalde. Hoy, este domina al consejo y su voluntad es una orden. El “parque” fue pensado con propósitos reeleccionistas por lo cual algunas asociaciones de vecinos se han enfrentado, y el informe técnico de la Conred es resultado de sus gestiones. Por desgracia, la acción derivada del informe y la protección al área circundante de la ciudad, uno de los fines del CNPAG, es ahora letra muerta. En 13 días será decidido si se mantiene el valor histórico y cultural antigüeño. Los vecinos, sobre todo de las aldeas, tienen la responsabilidad de expulsar a quienes son enemigos de la ciudad.